Desprendiendo creatividad
Tercera jornada de la pasarela. Para mí, la mejor. Talentos unidos por la moda con mucha ilusión por sus respectivos proyectos. No puede fallar.
JOSH WALDROF nos trasladó al Upper East Side más glamouroso. Vestidos de fiesta propios de una exclusiva fiesta neoyorquina con diseños limpios y rectos, como faldas tubo o crop tops se pasearon ante el público. El champán tomó el protagonismo, no sólo en el color de la colección sino también dentro de las copas de las modelos, sin duda el complemento perfecto. Paillettes y pinceladas de blanco remataron las prendas.
La siguiente fue la donostiarra MARIAN IRASTORZA, que se ganó al público con un estilo muy femenino y elegante. Desde un trench de un material muy impactante a vestidos muy “glam” . Cadenas, monos negros, animal print, dorados e incluso estampado pata de gallo. ¿La prenda preferida? El chaleco de plumas azul, ideal.
Parece que se ha puesto de moda el fusionar baile y moda. MAYALA, tras una apertura sorprendente, nos presentó “Estaciones”. Vestidos ligeros, románticos y con un aire vintage realizados artesanalmente en su taller de una manera sostenible. Nos encantaron sus estampados propios que mezclaban colores frios y calidos encajando muy bien.
Para finalizar, un vestido de novia nos hizo soñar con una boda, de lo más campestre.

La tercera en salir al ruedo fue MARÍA SALES. Nunca mejor dicho, ya que, sus prendas estaban inspiradas en Luisa Jiménez, primera torera española de los años 30. Pasión, personalidad y distinción daban lugar a capotes que pasaban a ser vestidos y camisas oníricas con flecos y patrones imposibles.
PILAR DCL nos recordó que el estilo étnico aún tiene mucho que demostrar. Símbolos indios, tejidos naturales y complementos a mano muy originales homenajearon a “Wakan Tanka”, dios de las tribus. Vimos un patronaje muy variado, desde conjuntos de piel ocultando la silueta, hasta brocados y transparencias muy insinuantes.
MARIA GARCÍA finalizó la jornada en la Rioja. Supo unir muy bien lo rural de un pueblo con lo grandioso de la época Rococó. Faldas muy ostentosas teñidas con vino tinto y blanco (sí, has leído bien) sobre bodys de plumetti llenos de volantes y pololos. Como complementos guantes y finísimos calcetines.
NAIA CARLOS para ABASEDESTILO
















































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